La derrota de las ciudades
Clemente Pérez Abogado, Máster en Políticas Públicas
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Clemente Pérez
En su famoso libro “El triunfo de las ciudades”, Edward Glaeser describe como, desde las primeras congregaciones urbanas en Mesopotamia y Egipto hasta las megalópolis actuales, las ciudades han permitido hacer crecer las facultades de la humanidad de modo inigualable. Las ciudades favorecen que individuos altamente capaces interactúen y colaboren en la consecución de innovaciones sociales y tecnológicas (desde la democracia hasta la imprenta o la producción en masa) que benefician al conjunto de la sociedad global. Ahí reside el triunfo de las ciudades.
Pero, así como las ciudades sacan lo mejor de algunos, también son capaces de sacar lo peor de otros. En nuestro país, las ciudades están en crisis. El abandono de urbes tradicionales -que hoy deben enfrentar el comercio ambulante, la delincuencia, la mugre, grafitis y todo eso que, tal vez venía de antes, pero fue acelerado por el octubrismo- ya no da para más. Hoy afecta la calidad de vida, la seguridad de los habitantes y sorprende negativamente a los turistas. Los narcos en algunos barrios; las barras bravas en otros; para qué decir la basura y los perros vagos, se han tomado lo que antes era de todos.
“Se suponía que lo urbano sería prioritario en un gobierno que lo ubicaba dentro de su agenda progresista, pero no ha sido así. El abandono de ciudades tradicionales ya no da para más”.
Lo curioso es que el tema urbano se suponía que sería prioritario en un gobierno que lo ubicaba dentro de su agenda progresista. Las propuestas del programa eran numerosas: planes maestros de integración de barrios, la creación de un banco de vivienda pública, bancos de suelos, la creación de un Consejo de Planificación de la Infraestructura y de una Empresa Pública de desarrollo de la Infraestructura. Las ciudades, que reúnen a más del 80% de los chilenos, iban a ser el foco de la preocupación de las autoridades.
Desgraciadamente, no ha sido así. Las iniciativas que se anunciaron no han sido implementadas. El Consejo de Desarrollo Urbano (ahora de Desarrollo Territorial) ha sesionado sólo dos veces en todo el Gobierno. Ante la falta de políticas urbanas claras se producen efectos fuera de la planificación territorial y del derecho, como las tomas o la proliferación de parcelas de agrado.
La Corte Suprema da unos manotazos, tratando de restablecer el imperio del derecho, como ocurrió recientemente con el fallo del Parque Portales, en que ordena al municipio de Santiago proteger a los vecinos de la insalubridad e inseguridad provocada por un grupo de personas en situación de calle, que instalan carpas y rucs a pocas cuadras de la casa del Presidente.
Si no es posible resolver la situación de unas pocas carpas, será difícil enfrentar exitosamente la reconstrucción de más de 6.000 viviendas quemadas en el mortífero incendio de Viña del Mar. Más aún si, para sorpresa de todos, la gestión de la reconstrucción de Viña -al parecer producto de macabras negociaciones políticas- fue tomada por la vocera de Gobierno, no por el ministro de vivienda, ni por el delegado presidencial.
Este año son las elecciones municipales. Es de esperar que se premie a los alcaldes que se han preocupado de que las ciudades cumplan su rol de “sacar lo mejor de sus vecinos”, y castiguen a los que han usado los municipios para enriquecerse o para “habitar” los cargos, sin hacer la pega que deben.